Entrada 1. Génesis

¡Hola a todos!

Me presento, soy Josep Ramón Batlle, y me he decidido a crear este foro para compartir el espacio con todos aquellos que tienen la misma pasión que yo. Los videojuegos.

A través de las entradas que cree, iré roleando para contar por capítulos la historia y el lore de diferentes universos que me apasionan, y podremos hablar de ello con total libertad.

En este primer capítulo os hablaré de mi primera pasión, que descubrí cuando era bien pequeño, el universo de Warcraft, que gracias a las publicaciones de sus libros de Cronologías por fin podemos ahondar en su historia más allá de lo jugable, tanto en los Warcraft como el universo de World of Warcraft.

Espero recibir información vuestra muy pronto y estoy aquí para comentar lo que queráis!

Ramon Batlle saluda: "¡Anu belore dela'na!"



Ramon Batlle

Ramon Batlle te bendice: "¡El Sol Eterno nos guía!"

Siempre ha sido mi saludo favorito.

Os vengo a contar una historia niños, la historia de nuestro universo, de la Luz y la Oscuridad, de cómo hemos llegado a vivir en este planeta, de luchas y paz.

Quiero hablaros de la maravilla que supone entrar en contacto con la Luz, pero para ello debo hablar de cómo nació mi raza, de cómo se creó mi mundo, y cómo descubrí a los Naaru y su benevolente poder.

Para ello quiero empezar por el principio, así que acercaos al calor de la hoguera conmigo, y mientras no se me seque el gaznate y me aguanten mis viejos huesos, podré seguir contándoos la historia de nuestro mundo

Ramon Batlle dice: "Al principio sólo había Oscuridad, y silencio."

De ella surgió una explosión de pura Luz, que se expandió más y más, sin límite alguno, hacia la vasta infinitud de la Gran Oscuridad del Más Allá. La Oscuridad se rebeló, y atacó a la Luz.

De este duelo primordial surgió una inmensidad de mundos, enviados en todas las direcciones hacia dicha Gran Oscuridad, pero creados por la Luz, y bullentes de vida, y también surgió un grupo de Titanes de pieles metálicas, que durante sus primeros eones se dedicaron a explorar y aprender del universo y de ellos mismos.

Cuando encontraban un mundo, vertían en él su poder, y lo moldeaban. Una vez a su gusto, pasaban al siguiente, e iban poniendo Orden en un universo rodeado de Caos.

Estos Titanes estaban regidos por el grupo más poderoso, el denominado Panteón, cuyo líder, el Alto Padre Aman'Thul, gobernaba con igualdad y justicia. Juntos, repartieron orden en millones de mundos, pues eran conscientes de que la Gran Oscuridad estaba viva, y no les quería en su universo, por lo que atacaba cuantos planetas podía con tal de destruir el trabajo de la Luz.

Los Titanes, para salvaguardar su trabajo, estuvo vigilante, pues otro enemigo acechaba desde la distopía del Torbellino del Vacío, una vorágine que escupía abominaciones y sólo buscaban ver arder los universos. Incapaces de concebir que existiese el mal o que la vida que creaban muriese, los Titanes buscaron la forma de terminar con los ataques de estos demonios.

Con el paso del tiempo, las abominaciones demoníacas encontraron la forma de entrar en los mundos de los Titanes desde el Torbellino del Vacío, y el Panteón eligió a sus guerreros más valiosos, poniéndolos bajo el mando de Sargeras, el Broncíneo Titán, para ser la línea de defensa. Éste cumplió con su deber por milenios, buscando y destruyendo a los demonios do quiera que estuviesen.

Con el tiempo, Sargeras pudo dividir a los demonios en dos grandes razas, los Eredar, raza de hechiceros diabólicos que usaban su magia para invadir y esclavizar a los mundos, haciendo mutar a las razas que los habitaban y convirtiéndolos en demonios menores, corrompiendo sus mundos de formas que hasta al casi todopoderoso Sargeras le costaba combatir, y los Nathrezim. Demonios vampíricos que conquistaron mundos poseyendo a sus habitantes y haciéndoles virar a la Sombra. Los Señores del Terror volvían unas naciones contra otras llenando sus mentes de odio.

Sargeras acabó con ellos rápidamente, pero su magia hizo mella en él. El Titán perdió, con el tiempo, la visión que compartía con sus hermanos de un Universo Ordenado. Incluso llegó a creer que su concepción era un esfuerzo inútil, que no podrían mantenerlo, y que el caos y la depravación eran lo único que sería absoluto. Sus hermanos intentaron disuadirlo de esos oscuros pero para él no eran más que desilusiones inútiles.

Escisión en la Hermandad.

Abandonando sus filas para siempre, Sargeras abandonó el Panteón y, aunque sus hermanos lo lamentaron, no predijeron nunca cuánto de lejos llegaría Sargeras en su locura. Para él, su desgracia era culpa de sus hermanos, obcecados por sacar adelante un plan inútil. Decidido, buscó en los confines del universo para formar un ejército imparable que quemaría el Universo entero, pues para él la única forma de purgar el Mal era eliminando a la Creación entera.

Sargeras se consumió por dentro y por fuera, revelando un odio inabarcable, y liberó a los demonios que había encarcelado. Los Nathrezim y los Eredar le juraron lealtad eterna, y tomó a dos campeones como sus lugartenientes, Kil'Jaeden el Embaucador, que debería elegir a las más oscuras razas del universo y reclutarlas para las filas de Sargeras, y Archimonde el Profanador, que debería dirigir los ejércitos a la batalla contra quien se atreviese a levantarse contra ellos.

El primer movimiento de Kil'Jaeden fue esclavizar a los vampíricos Señores del Terror bajo su poder. Ellos le servirían como agentes personales en el universo, y debían localizar razas primitivas para corromper y destruir. El adalid de los Señores del Terror era Tichondrius el Oscuro, quien llevaría la ardiente voluntad de Sargeras a todas las esquinas del universo.

Archimonde tampoco esperó, y llamó a los Señores del Foso y a su líder, Mannoroth el Destructor, con quien Archimonde esperaba establecer una élite combatiente para arrasar con cualquier forma de vida.

Así nació la Cruzada Ardiente.

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